Waku-ka-tilla
Desde la azotea se ve el río Yamuna, y centenares de banderas de oración de vivos colores que dispersan con el viento sus alabanzas al Buda.

A la luz del día, todo es mucho menos sórdido. Las calles del barrio tibetano son a veces meros pasillos entre las casas, por donde discurren libremente las aguas fecales. Monjes y monjas budistas con túnicas rojas y azafrán andan sin prisa entre puestos donde se venden extrañísimas frutas y verduras, amuletos, incienso... Los muros aparecen repletos de pintadas y carteles que piden la liberación del Tibet, o felicitan a His Holyness por su último cumpleaños. Resuenan por altavoces monótonos (en el sentido más literal de la palabra) mantras. En algo así como una plazoleta, a la puerta de un pequeño templo, la gente reza y da vueltas a pequeños molinillos que repiten una y otra vez la misma y casi única oración del budismo tántrico “om mani padme hum...”.
1 Comments:
Por favor continuad con el relato del viaje.Pienso visitar India este mes de Enero y estoy disfrutando por anticipado con vosotros.Gracias
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